
Como saben los que amablemente siguen esta columna, la entrega pasada trató acerca del experimento de las ratas ricas y pobres; de cómo el contexto juega un papel fundamental en el desarrollo físico y de capacidades. En esa colaboración, los resultados derivados de un experimento realizado con ratas sirvieron para poner el acento en un tema sensible en nuestras sociedades, resumido en la idea de que la diferencia social (la desigualdad) se construye en buena medida sobre la base de las distintas experiencias y capitales de los individuos; y, no depende tanto como quisiéramos del mérito y esfuerzo.
Esta entrega también trata sobre ratas, pero ahora desde una perspectiva distinta y con un objetivo también diferente. En resumen, quiero invitar al lector a imaginar un mundo bizarro, un mundo que acaso nunca tenga lugar pero que, de acuerdo a algunos investigadores, es posible. Así considérelo, por favor.
Con certeza algunos hemos escuchado historias acerca de indómitas ratas de alcantarilla que alcanzan el tamaño de un gato adulto pero, ¿se imaginan ratas del tamaño de un dóberman, un toro o un elefante? De acuerdo al profesor Jan Zalasiewicz, de la Universidad de Leicester, esto no solo es posible sino probable, aunque ciertamente no a corto plazo.
La opinión profesional de Zalasiewicz es que un día las ratas (Rattus norvegicus) conquistarán la tierra. Sustenta su interesante teoría en varios hechos, pero principalmente en que estos animales han seguido a los humanos a cada rincón del mundo. Por ello, se encuentran en una posición ventajosa que les permitiría dominar el mundo si nuestra especie desapareciera de un momento a otro.
Cierto, es probable que también otras especies se vieran favorecidas ante tal escenario y que algunas más perecieran junto a nosotros, como aquellas vinculadas de manera más cercana a nuestra existencia (las domesticadas), pero, en opinión de Zalasiewicz, quien sacaría mayor ventaja de nuestra extinción serían las ratas.
Esta visión sin duda puede parecer descabellada, pero ya han ocurrido situaciones similares a lo largo de la historia evolutiva, en donde la extinción de una o múltiples especies resulta una oportunidad de lujo para otras. En cierto modo nosotros somos ejemplo de esto.
Los mamíferos (de los que somos parte) comenzaron a diversificarse con mayor rapidez y a «tomar el control» del planeta hace 65 millones de años aproximadamente, cuando se extinguieron los dinosaurios. La muerte de los dinosaurios, un evento sin duda funesto desde la perspectiva de la vida, abrió pues un nicho de oportunidad que en buena medida ocuparon (ocupamos…) los mamíferos.
Considere también estimado lector, para el caso, que uno de los primeros mamíferos placentarios conocidos (de hace 160 millones de años) era muy parecido a una rata; no medía más de 11 centímetros y pesaba solo unos cuantos gramos (Juramaia sinensis). Y que este pequeño animal derivó en múltiples especies (obviamente a lo largo de millones de años y a través de complejos y progresivos procesos de selección natural), entre ellas ratones, humanos, chimpancés y elefantes de cinco o seis toneladas.
Zalasiewicz imagina entonces algo surreal pero nada alocado. Vislumbra, con base en la deriva de las fuerzas de la evolución y la selección natural, que si desapareciéramos los humanos algunas ratas se quedarían del mismo tamaño y forma, pero otras podrían encogerse como musarañas o agrandarse como elefantes, dependiendo del eco-espacio en que se encuentren. Y conjetura, además, que incluso podrían surgir entre estas hipotéticas especies futuras, «por curiosidad y para mantener nuestras opciones abiertas, una o dos variedades de roedores grandes y desnudos que vivan en cuevas, adapten rocas como herramientas y vistan las pieles de otros mamíferos». ¿Les suena familiar?
Raúl Eduardo Rodríguez Márquez
Antropólogo con especialidad en arqueología,
licenciado en derecho y maestro en humanidades.
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Referencias de apoyo:
KOLBERT, E. (2015). The sixth extinction: an unnatural history. New York: Picador.
ZALASIEWICZ, J. (2008). The Earth After Us: What Legacy Will Humans Leave in the Rocks? Oxford: Oxford University Press.)
ZHE-XI, L., Chong-Xi, Y., Qing-Jin, M. y Qiang J., A Jurassic eutherian mammal and divergence of marsupials and placentals, Nature 476: 442 – 445. doi:10.1038/nature10291