
Casi al final del intrincado y extraordinario filme de Inception (El Origen, en español), del director de cine Christopher Nolan, el personaje principal, interpretado por Leonardo Di Caprio, dice: «Una idea es como un virus. Resistente. Altamente contagiosa. La semilla más pequeña de una idea puede crecer. Puede crecer hasta definirte o destruirte…».
Este magnífico trabajo cuenta con unos efectos especiales impresionantes y su trama, aunque resulta algo confusa al principio, es muy entretenida (si el lector no ha tenido la oportunidad de verla, obviamente se la recomiendo; es un filme de 2010). Pero lo que quiero destacar en esta ocasión, no son las cuestiones técnicas o visuales de esta obra, sino su argumento principal, que está construido sobre la frase ya citada. En dicha oración, de una manera sutil y elegante, casi imperceptible, el director nos hace una advertencia: cuidado con lo que piensas.
Lo que piensas puede edificarte, puede contribuir a tu crecimiento personal o profesional, pero también puede estancarte o incluso matarte: es un arma de dos filos. Este es un tema que por supuesto no es nuevo; es filosofía milenaria. Ya decía Marco Aurelio, hace casi dos mil años en tiempos del Imperio Romano: «tu alma o sea tu mente, será del mismo modo que las cosas en que pienses frecuentemente, ni más ni menos, puesto que el alma queda imbuida y como penetrada de sus ideas y pensamientos».
Ahora bien, antes de continuar, una advertencia necesaria. Este tipo de consideraciones suelen malentenderse y sobredimensionarse. Suelen llevarse a los extremos y desde ahí desvirtuarse. Trataré de explicar esto con brevedad: aunque los pensamientos son muy importantes para construir realidades, no son el único factor. No debemos confundirnos. Existen varios factores más, en lo general políticos, sociales, biológicos y culturales. Es importante tener esto en cuenta, entre otras cosas para prevenir grandes decepciones y evitar caer en ingenuidades.
Por supuesto que si deseamos un coche, una casa, ganar más dinero o aprender a hacer algo nuevo, en principio tendremos que pensar en ello y tenerlo en cuenta una y otra vez, con ánimo positivo, pero eso no será suficiente para que el universo… mmm, ¿cómo se dice?, confabule a nuestro favor. No; no nos engañemos. Sin embargo, esto tampoco quiere decir que no importe. Ojo. La actitud siempre importa. Hay una frase que puede ayudarnos a entender esto de una forma menos fantasiosa y también menos cerrada: el pensamiento es, a menudo, una condición necesaria pero no suficiente.
Dicho esto, quiero compartir con ustedes un ejemplo de cómo es que los pensamientos pueden tener gran poder en nosotros y en nuestras vidas, como sugiere Nolan en Inception y Marco Aurelio en sus Meditaciones. Hace algún tiempo, Wade Davis (etnobotánico) y Regis DeSilva (cardiólogo), investigadores de la Universidad de Harvard, revisaron numerosos casos de muerte y enfermedad por vudúy brujería, que fueron documentados por antropólogos en diversas culturas tradicionales. Encontraron, entre otras cosas, que con frecuencia las “maldiciones” o “embrujos” funcionaban básicamente por una cuestión psicológica, que a última cuenta derivaba en padecimientos reales y a veces en la muerte.
Aparentemente, la mayoría de las veces la preocupación de haber sido “embrujado” (porque se procura que el sujeto esté enterado), se vuelve tan crónica que el sistema simpático nervioso del individuo se descontrola y ocasiona una grave vasoconstricción sanguínea que puede causar una fatal caída de la presión sanguínea. En resumen, Davis y DeSilva sugieren que la mayoría de los casos de muerte por brujería o vudú no son otra cosa sino versiones extremas de infartos ocasionados, más que por el chamán o la bruja, por el mismo sujeto. Por su creencia.
A partir del estudio mencionado, se puede concluir que si la creencia puede curar (hay muchos casos documentados en este sentido), entonces…, también puede matar. Evidentemente pues, la fe (la creencia) tiene un polo positivo y otro negativo; un lado blanco y un lado oscuro. Y por ello, aunque debe reconocerse que no es fácil, parece que nos conviene de vez en cuando analizar nuestros pensamientos más frecuentes y nuestras creencias. Lo bueno es que podemos decidir lo que creemos estimado lector… ¿o no?
Raúl Eduardo Rodríguez Márquez
Antropólogo y Maestro en Humanidades.
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Referencias de apoyo:
AURELIO, M. (2016). Meditaciones. México: Editores Mexicanos Unidos S.A.
DAVIS, W., y DeSilva, R. (s/f). Psychophysiological death: a cross-cultural and medical appraisal of voodoo death, en Sapolsky, R. (2004). Why Zebras Don’t Get Ulcers. Third Edition: New York.