SOUL, la nueva película de Pixar y Disney

Soul, la nueva película de Pixar y Disney, es una verdadera maravilla. Aunque desde luego entretiene y gusta a los niños, es más bien una obra para todo tipo de público. Me atrevería a decir que es más para grandes que para pequeños, por la profundidad de su trama. Los protagonistas son un músico frustrado de jazz y una alma no nacida, apática, que no le encuentra sentido a vivir. Es una obra maestra que todos deberían ver, entre otras cosas, porque es una prueba fehaciente y evidente de que el paradigma narrativo ha cambiado y lo ha hecho para bien, aunque les incomode a los tradicionalistas y a los que piensan que todo lo que ya pasó siempre es mejor. No…, no es así.

Los héroes y protagonistas acá ya no son siempre blancos, ni siempre hombres, y las mujeres ya no son siempre princesas en busca de marido; ya no existen como tal un destino y un propósito escritos en letras de oro o hierro y tampoco un yo esencial. La esencia del yo ha caído en la narrativa y ahora el nuevo paradigma señala que corresponde a cada quien forjar su destino, crecer y construir su propósito en la vida; ese es el argumento más revolucionario de Soul. El propósito ya no viene dado por las instituciones, ni por algo por el estilo; y tampoco hay que descubrirlo, sino construirlo, crearlo. La relatividad e independencia del propósito ha llegado. Si en estos tiempos se hubiera escrito Cenicienta, bajo estos cánones, lo más seguro es que esta niña habría salido de la pobreza y de la opresión sola, y no por medio de un casamiento. Se habría emancipado o habría creado una empresa, escrito un libro o hecho influencer al compartir su historia con las Naciones Unidas.

Después de ver Soul me di a la tarea de investigar quién había escrito semejante grandiosidad y encontré que los escritores del trabajo fueron Pete Docter, Mike Jones y Kemp Powers; y bueno, los tres son unos genios, pero al ver los trabajos particularmente de Docter entendí a cabalidad por qué Soul es tan buena. Docter fue también guionista de Intensa-mente, Up, Wall-E, Monsters Inc. y Toy Story. Películas que han trascendido las fronteras de la infancia y han conquistado a los adultos también, por la pertinencia de sus tramas. Piense usted en la visión que otorga Wall-E, acerca de un futuro distópico en el que los humanos tenemos que abandonar la Tierra porque ya está completamente deteriorada, pertinente sí o sí; o en Intensa-mente (Inside out) en la que se cuenta la historia de los verdaderos mecanismos electroquímicos que gobiernan nuestra conducta y en la que no hay alma dentro de Riley, sino simples algoritmos, revolucionaria sí o sí. Ambas son joyas y por supuesto, son parte del nuevo paradigma narrativo.

A título personal, quedé encantado con la historia de Soul por las metáforas utilizadas, el simbolismo, el argumento de fondo, el uso de conceptos como el del flujo en la inspiración, “The zone”, por la importancia atinada que le brinda a las pequeñas cosas de la vida, porque acá importa más el camino que el destino y por las referencias filosóficas y existenciales que inundan desde el principio hasta el final la película. Piense usted: vaya que se necesita talento, habilidad y osadía para integrar en una serie de dibujos animados referencias a George Orwell (el famoso escritor de 1984 y de la Rebelión en la granja) la Madre Teresa, Copérnico y hasta de Carl Jung (el famoso psicólogo, discípulo de Freud y autor de El hombre y sus símbolos); para hablar de realidades cuánticas, de la muerte (el gran después) y de planos que se ubican, como ahí se señala: «hipotéticamente», entre lo físico y lo espiritual. Y para, al mismo tiempo, criticar la educación del estado, mencionar a la clase dominante y preguntarse por el sentido de la existencia una y otra vez. Un agasajo impresionante para los que somos introspectivos.